Estoy muy contenta con el bolso de viaje que he cosido siguiendo las instrucciones y consejos de su creadora Francesca Ogliari.
Lo descubrí por primera vez en el artículo de un blog y me faltó el tiempo para poner en orden todos los utillajes necesarios para su confección.
Tenía las telas a buen recaudo en espera del proyecto adecuado, así que nada más que lo vi sabía que la colección “Blueberry crumbcake”, de Blackbird Designs, de la que compré un charm pack y alguna tela suelta, sería la opción ideal para abordar esta aventura.
Ha resultado ser un poco más laborioso de lo que inicialmente me pareció. Pero, como siempre, ha merecido la pena.
Completar acabados como las asas, colocar la cremallera y recomponer el puzzle del bolsillo interior han sido los detalles finales del proyecto.
Su interior puede transportar todo lo necesario para cualquier tipo de trayecto.
Otra de las cosas que llamó mi atención de este bolso fue el precioso escenario elegido por su autora para presentarlo en sociedad. No puede evitar establecer el paralelismo con otro enclave muy familiar para mi: la estación del tren de Sóller.
Así que una vez acabado, mi objetivo principal fue hacer las fotografías para esta crónica en el centenario ferrocarril.
En el andén me encontré con un amable empleado que no puso ninguna pega a mis intenciones, y este es el resultado de una placentera mañana de agosto en la que la fotografía y las telas se convirtieron en las protagonistas absolutas.
Para los que no conozcan este enclave, el ferrocarril de Sóller se inauguró el año 1912 y recorre un trayecto de 27,3 km que une Palma de Mallorca y Sóller.
Además, desde 1913 funciona el tranvía de Sóller, que une , a través de 4,9 km, el municipio balear con el puerto de Sóller.
Se trata de un tren con encanto, hoy utilizado con fines turísticos principalmente, que se caracteriza por el mantenimiento artesanal y detallista de antiguo material ferroviario y por el singular paisaje que atraviesa.
Todo esto se completa con una preciosa estación.
En el vestíbulo, alberga dos inesperadas exposiciones de Miró y Picasso, pintura y cerámica, que hacen las delicias de los miles de visitantes que diariamente se agolpan en sus aledaños a la espera del tranvía que pone rumbo al puerto.
El viaje de este bolso no termina aquí, de momento hace una pausa en un emblemático café local en espera de más destinos y muchas rutas por descubrir.
Disfrutad de cada pequeño detalle de vuestros viajes y sed felices allí donde estéis.